miércoles, 7 de enero de 2015

Intolerancia a la lactosa


La lactosa es el azúcar que se encuentra de forma natural en la leche de forma predominante. El organismo humano precisa para digerirla de la lactasa, una enzima que se produce en el intestino delgado , y que transforma la lactosa en unidades más pequeñas (glucosa y galactosa).
En el norte de Europa aproximadamente el 85% de la población es capaz de digerir lactosa. En el resto del mundo, el porcentaje desciende, calculándose que el 80% de la población sufre de intolerancia a la lactosa en mayor o menor grado. No existen diferencias en la prevalencia entre ambos sexos.
Esta intolerancia puede ser congénita o adquirida. La adquirida suele producirse como consecuencia de una agresión sufrida por virus, bacterias, antibióticos, quimioterapia...
Existen múltiples causas de inolerancia a la lactosa. Puede ser primaria, que se manifiesta en la pubertad o en la adolescencia tardía, o secundaria producida por alteraciones o daños en la mucosa intestinal  y menor absorción. Ésta puede ser transitoria. Existe un defecto genético poco frecuente, que es el déficit congénito de lactasa y se manifiesta en la primera semana de vida.
El diagnóstico se basa en la historia clínica   y en la exploración y se confirma mediante las pruebas a la tolerancia a la lactosa, la prueba del aliento y la prueba del acidez fecal que consiste en medir la acidez de las heces tras la toma de una pequeña cantidad de lactosa.
La intolerancia puede ser variable dependiendo de cada persona. Podemos encontrarnos personas que toleran perfectamente los quesos o los yogures  y en cambio presentan sintomas al ingerir un vaso de leche. Cada persona debe conocer su grado de tolerancia. El médico debe ayudar a conocer este grado.
Es normal que la cantidad de lactasa intestinal vaya disminuyendo con la edad por lo que puede aparecer a medida que la edad es avanzada.
En España, la prevalencia de de la intolerancia primaria o genética es del 35-40% y conlleva una pérdida gradual de la capacidad para digerir la lactosa de un 10-30%.
La ausencia de leche en la dieta puede producir falta de calcio, vitamina D (necesaria para la absorción del calcio), riboflavina y proteinas. Las complicaciones más frecuentes son la pérdida de peso y la malnutrición, por lo que resulta fundamental consumir otros alimentos ricos en estas sustancias.
El 70-80% de los pacientes españoles responden bien a una dieta sin lactosa. Si se mantienen los síntomas, puede ser debido a que padezcan un síndrome del intestino irritable asociado.
Equilibrando la dieta y educando al paciente se evitaran patologías asociadas a esta intolerancia.
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