viernes, 22 de mayo de 2015

Low Cost Medicine


 

Con estos términos se universaliza un concepto de una medicina cuyo control del gasto se hace necesario. El término no es muy apropiado pues puede dar lugar a error. No se trata de abaratar los costes sino de la utilización racional y profesional de los recursos sanitarios buscando obtener los mejores resultados en cuanto a la salud de los pacientes, beneficiarios del Sistema Nacional de Salud.

Se trata de adaptar esos recursos, limitados en los últimos tiempos, a las necesidades de los pacientes sin que quepa menoscabo alguno en su salud. Se trata de obtener un Sistema Nacional de Salud (SNS) solvente a través de la complicidad de los profesionales sanitarios que saben - los médicos saben "poco" de medicina pero son los que más saben - como asignar unos recursos recortados. En ocasiones, menos pruebas, intervenciones o prescripciones no están reñidas con una buena calidad asistencial.

La reasignación de los recursos sanitarios estableciendo unos límites racionales en la geografía nacional dejándose de criterios políticos, y la eliminación de pruebas diagnósticas de dudosa funcionalidad, se consideran fundamentales para llevar a cabo una medicina de bajo coste. Pero esto no será posible mientras los criterios al uso sean meramente economicistas y no profesionales.

La medicina de bajo coste pasa por una profunda revolución de la atención primaria liberando a los médicos de este nivel de las limitacione asitenciales que sufren y que limitan la asistencia hospitalaria saturándola. Los "medicos de cabecera" deben convertirse en lo que son y no en lo que han llegado a ser, burócratas de un sistema que debe reformarse en un momento como el presente, acuciado por la necesidad y próximo a su quiebra. Tal como se indica en un  artículo del profesor Vicente Ortún la orientación del sistema sanitario hacia la Atención Primaria mejora la calidad, los resultados y contribuye a la satisfacción del paciente a la vez que contiene los costes.

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